
02 Jul Xixanet y el demonio que huyó de Tossa
Durante generaciones, la leyenda de Xixanet fue parte viva del alma de Tossa. Los abuelos la contaban con pasión a sus nietos, y los más pequeños escuchaban con los ojos bien abiertos, entre el asombro y la risa. No era raro que, al pasar por la calle del Socorro, algún adulto señalara una casa cercana a la capilla y dijera con picardía: “¡Ahí vivía Xixanet, el travieso!”. Porque todo el mundo lo sabía: cuando un chiquillo se pasaba de listo, se le decía sin pensarlo dos veces: “¡Eres como Xixanet!”.
Pero el tiempo, como una marea lenta pero implacable, va llevando consigo las historias que un día nos definieron. Hoy, muchos niños ya no conocen esta pequeña joya del imaginario tossense. Por eso, aquí la rescatamos, para que no caiga en el silencio del olvido.
Xixanet era un niño pequeño, muy pequeño, pero lleno de vida, alegre y travieso como él solo. Vivía con su madre, una pobre viuda que apenas podía sostener el hogar con lo poco que tenía. Una mañana, le entregó seis cuartos y una aceitera vacía:
—Ve a buscar aceite, hijo, pero no te entretengas en la plaza. No tenemos más dinero que esto, y si se rompe la aceitera, no podremos comprar otra.
Xixanet obedeció. Caminó derecho, sin mirar a los lados, ignorando las voces de sus amigos que lo llamaban para jugar. Cumplió su encargo, llenó la aceitera y emprendió el camino de regreso. Pero justo al pasar por la plaza, el bullicio de las canicas fue más fuerte que su determinación. Dejó la aceitera en el suelo y se unió al juego. En medio de la emoción, una canica rebotó y —¡crash!— la aceitera se hizo añicos.
Cuando regresó a casa con las manos vacías, su madre, enfurecida por la desesperación, exclamó:
—¡Ojalá te llevara el demonio!
Y, como si el propio infierno hubiese estado escuchando, el demonio apareció, se llevó al niño y echó a correr. La madre, horrorizada por sus palabras, corrió hasta la capilla y, de rodillas, se aferró a las faldas de la imagen de la Virgen del Socorro, suplicando con lágrimas:
—¡Virgen del Socorro, ayúdame! ¡El demonio se lleva a mi hijo!
Entonces ocurrió lo imposible: la Virgen bajó del altar y, bastón en mano, salió a toda prisa en dirección al demonio. Lo alcanzó a media calle y empezó a golpearlo con tanta fuerza que le rompió los cuernos. Aturdido y asustado, el demonio soltó a Xixanet y huyó despavorido, sin mirar atrás, hasta llegar al mismísimo infierno.
Allí, los demás demonios lo vieron llegar maltrecho, sin cuernos y tembloroso.
—¿De dónde vienes? —le preguntaron.
Y él, aún jadeando, respondió:
—¡De Tossa!
Desde entonces, cuentan que ningún demonio ha osado volver a pisar estas tierras.
Sorry, the comment form is closed at this time.